Escenario cruel que nos muestra la comunicación que ha podido entablar el hombre con la naturaleza, escenario donde uno domina y el otro asume, lugar donde el juez es el tiempo. La desertificación no solo es la pérdida de fertilidad en el suelo si no el quebranto de los ciclos biológicos, la muerte del ecosistema solo es palpable para quien puede comunicarse con los árboles, insectos, animales y con ciertos humanos, es la pérdida de la identidad, de los valores, es el quebranto del espíritu, es no amar, no sentir, no ser parte de la creación.
La desertificación ha sido creada y transformada por personas muy inteligentes, que han estudiado las partes químicas de cada compuesto, representándolo en una tabla como elementos químicos individuales, un logro que profundiza en la ignorancia, es tanta la inteligencia de los individuos que ya no hay espacio para la sabiduría; el término inteligente refiere a la capacidad de tomar decisiones acertadas, cual no es el caso que se escenifica.
La desertificación se puede revertir solo si podemos ver compuestos, familias, comunidades, manadas, sociedades.
No se puede dar lo que no se tiene, no podemos recuperar el suelo si no tenemos la capacidad de restaurar nuestros pensamientos. El escenario de desertificación en la naturaleza es el mismo que en el que se encuentra nuestra mente, nuestra mente materialista, desierta e infértil; el individuo que es parte de la creación, al ver el escenario pide perdón por la afectación que provocaron sus hermanos y llora al lado del suelo observando el daño provocado, observa un insecto y lo bendice, así como lo hace con las aves, animales y todo lo que lo rodea. Restaurar es un gesto de amor, solo en el amor se generan milagros, la naturaleza siente que los pasos de quien lo trabaja y maltrata, siente el caminar del inteligente y del sabio, solo siente y equilibra sabiamente.
La humanidad se la pasa viendo el pasar de los ciclos como una máquina de hacer dinero y devoradora de tiempo, pero no se da cuenta que el mal que le hace a la tierra se lo hace a sí mismo. Una generación olvida los cambios que sucedieron en la otra y solo pospone la regeneración para la siguiente generación y en ese espacio se borran las veredas de nuestros antepasados y regresar a lo sano y sustentable se vuelve difícil porque hay documentado poco. Las nuevas generaciones tenemos un reto mayor, ¿como vamos a rescatar ese olor de los campos, esa frescura del aire, esos sonidos de aves y esos sabores indescriptibles de los frutos sanos?, es un retorno al origen con una vereda borrosa, solo los sabios se comunican con la madre tierra y solo ellos puede hacer la revolución. En una parte todo es causalidad y por otra son bendiciones, el inteligente batalla para ver la verdad mientras el sabio vive en ella, el sabio está convencido de que en los primeros 30 cm está la vida y salud del mundo, mientras el inteligente busca vida en otros mundos.
La desertificación de nuestros campos es la obra maestra de nuestra inteligencia.
Aldo Díaz
Asesor Ganadero
Chihuahua, México